miércoles, 30 de julio de 2008

Los jóvenes y la política

La semana pasada participé de un almuerzo de debate en una ONG. El tema principal era “los jóvenes y la política”. No estoy seguro de haberme llevado demasiadas certezas de dicho encuentro, pero creo que valió la pena solamente por la valija de preguntas que podría llenar hoy con los interrogantes que quedaron dando vueltas en mi cabeza…

Una de las primeras preguntas que me hice fue ¿qué porcentaje de jóvenes argentinos tiene interés por la política? No se si por la falta de credibilidad en encuestas oficiales, observatorios K y anti-K, etcétera, pero resulta difícil encontrar un número representativo que responda a esto… Me animo a generalizar: muy pocos (al menos fuera de los ámbitos de las ciencias sociales). Encontré, por ejemplo, una encuesta de febrero de 2008 que dice que el 74% de los jóvenes de nuestro país no tiene interés alguno por la política.

Otra pregunta, que en realidad, deriva del párrafo anterior, sería ¿qué entendemos por política o qué entienden los jóvenes por política? El concepto de política no sólo ha evolucionado mucho con el correr del tiempo sino que sus ámbitos de aplicación son, digamos, bastante elásticos según la coyuntura: en época de elecciones, en democracia, la política parecería adueñarse de todas las mesas de discusión, mientras que el resto del tiempo sólo en ámbitos exclusivos parece ser una constante… Lo que creo: los jóvenes entienden (o entendemos) por política, política partidaria. Y lamentablemente, la crisis de representatividad de nuestro sistema de partidos hace que la militancia y participación estén en peligro de extinción. Hay una tendencia a no conectar la política con la vida cotidiana, a tener una visión individualista de los temas sociales y a vincular la política sólo con la corrupción.

Ahora bien, y siendo de lo menos riguroso, supongamos que esa muestra utilizada por los encuestadores sea apropiada, mi duda pasa a ser ¿cuales son los canales a través de los cuales ese 26% restante puede participar en política? Con un sistema de partidos en crisis, las organizaciones de la sociedad civil parecen ser el salvoconducto para cientos de jóvenes que no ven (o no entienden) la ideología (suponiendo que la tengan) que representa tal o cual partido. Entonces, y como dijo sin anestesia un profesor que participaba del almuerzo, “como no saben bien que intereses representa el PJ, la UCR o la Coalición Cívica, salvemos a las ballenas [en alusión a la militancia ambientalista, por ejemplo, de Greenpeace]”.

Tal vez sea erróneo juzgar a la juventud (que, por cierto, es un concepto también cada vez más elástico) de comienzos del siglo XXI con los mismos criterios que la de los ochenta. El tema de “la política” se encontraba a flor de piel con el regreso de la democracia y, después de los tormentos de la dictadura, el compromiso con los valores democráticos se expresaba principalmente en la participación de los jóvenes en política. Pero hoy la situación es muy diferente, muchos de nosotros nacimos en democracia y, tal vez, sólo tal vez, las crisis recurrentes, sumadas a los incontables casos de corrupción y al deterioro de la calidad de vida de gran parte de la población, han promovido el desencanto juvenil por la política.

Como decía al comienzo, me quedo con más dudas que certezas. Lo importante, creo, es que los miembros de este grupo podemos dar cuanta (como muchos otros jóvenes argentinos) de que existe todavía un espíritu deseoso de cambio y de compromiso político. Quizás falte todavía mucho para que alguno de nosotros acceda a un cargo de poder que permita “hacer política” en términos clásicos, sin embargo, estimo que hablo en nombre de la mayoría cuando digo que, para nosotros, la política está en cada momento, y honraremos este compromiso desde donde nos toque.

En mayo del 2008 se cumplieron 40 años del famoso “mayo francés”, en el que un grupo de jóvenes estudiantes se hicieron escuchar al más alto nivel. Sin profundizar demasiado en las banderas que llevó la protesta, pocos podrían negar el impacto que esa masa crítica juvenil tuvo en el gobierno de De Gaulle, el impacto que generaron en “la política” de Francia. A más de cuatro décadas de ese acontecimiento, los invito a que pensemos y luchemos juntos por una mayor y mejor participación de los jóvenes en la política argentina.

NOP.

lunes, 28 de julio de 2008

Extremo Occidente


El tema de la Identidad es un tópico recurrente en la literatura y las ciencias sociales latinoamericanas. La cuestión del Ser Latinoamericano como ente socio-político y cultural ha sido tema de estudio y discusión para hombres del pensamiento y la acción de estas latitudes. Así y todo, el origen del concepto “América Latina” es poco conocido; para muchos, inédito.

Muy pocos saben que fue en la Corte de Napoleón III donde se acuñó esta idea que permitiera emparentar a los franceses con todos aquellos nacidos al Sur del Río Grande. El Emperador francés, sobrino de Napoleón I, había iniciado una aventura imperialista que incluyó la invasión a México y la posterior coronación de un descendiente de la Casa de Habsburgo como emperador del país azteca. Más allá de la pintoresca anécdota, los franceses, en pos de justificar la intervención militar, se remitieron al origen común de todos los pueblos que hablan lenguas romances, es decir, derivadas del latín. El origen común implicaba solidaridad e intereses comunes; en realidad, derecho para invadir.

Claro que la construcción identitaria es un proceso complejo que va más allá de esta anécdota palaciega. Asimismo, el carácter latinoamericano pasa a ser una apropiación de muchas otras tradiciones que interactuaron desde hace cinco siglos en nuestro subcontinente.

JIM

Demofilia


(Obras de Oswaldo Guayasamín)

Cuando empezamos, una de las primeras cosas que queríamos y teníamos que decidir era el nombre del grupo. Algunos de nosotros propusimos, entre otras posibilidades, el nombre “Demofilia”. No tuvimos suerte. Fuimos tomados a la chacota y reprimidos, verbal pero violentamente, por el resto del grupo. No importa… ya nos recuperamos.

Nuestra frustrada propuesta había nacido de un concepto no muy difundido (de hecho, el procesador de textos que estoy utilizando no lo reconoce como palabra). Demofilia es amor por el pueblo, como resulta obvio una vez que pasamos la barrera auditiva que emparienta al concepto con diversas enfermedades y perversiones. Otras interpretaciones lo describen como “atracción por las muchedumbres”, lo que también sería comprensible porque los que proponíamos ese nombre somos de Boca.

El concepto era apreciado por Augusto Cesar Sandino, quien repetía a menudo “Yo estoy enfermo de demofilia. No sólo amo a mi pueblo sino que amo a los pueblos, y con esta enfermedad me voy a la tumba.” Y si… suena como una enfermedad, pero es algo muy sano.

Lo siguiente es de Mangabeira Unger y Cornel West, en The Future of American Progressivism:
The soul of the ordinary man and woman hides vast recesses of intensity. The sadness of much human life lies in the disproportion between this intensity and the accidental or unworthy objects on which people so often lavish their intense commitments. That this reserve capacity for devotion and obsession can be tapped productively, for the good of the community as well as the individual, has always been a major tenet of the American religion of possibility. Democracy, Americans understand, depends upon demophilia, love of the people.”

La demofobia, también comentada en el libro citado, es él antídoto para esa supuesta enfermedad. Decidamos, si no lo hemos hecho ya, contagiarnos alegremente y no recuperarnos nunca.

GLS

miércoles, 23 de julio de 2008

Encuentro de intelectuales y políticos progresistas en Rio de Janeiro


El Grupo Juramento ha sido invitado a asistir al Seminario "Instituciones para la Innovación" organizado por Roberto Mangabeira Unger y Eric Besson. Tendrá lugar en Rio el 6 y 7 de Agosto.

Además, estamos asistiendo al Gabinete del Ministro en la elección e invitación de potenciales participantes de nuestro país.

Los temas que se abordarán incluyen:

- Innovation with crisis, innovation without crisis.
- Innovation and inequality.
- Innovation in the economy.
- Innovation in the organization and practice of education.
- Innovation in social policy.
- Participation and experimentalism in representative democracy.

Entre los prestigiosos invitados estarán Marco Aurelio Garcia, David Lammy, Jorge Castañeda, Cornel West, Charles Sabel, Sanjay G. Reddy, etc

Estamos seguros que será una experiencia que nos inspirará y potenciará nuestros esfuerzos.

GLS

viernes, 18 de julio de 2008

Proyecto Amazonas

En este video, el Ministro de Asuntos Estratégicos de Brasil, Roberto Mangabeira Unger, habla de su visión y propuestas para Amazonas. Disfruten...



GLS

miércoles, 16 de julio de 2008

En Australia y en Canadá

Inaugurando nuestra videoteca, colgamos aquí un video cortito pero muy significativo. Se trata del momento en el que Kevin Rudd, Primer Ministro de Australia, le pide perdón, en nombre de la nación, a la “generación robada” de indígenas australianos.

Durante el siglo que va de 1869 a 1969, el gobierno australiano, a través de sus agencias nacionales y locales, quitó sistemáticamente a los niños indígenas del seno de sus familias. Las excusas se basaron, parcialmente, en situaciones reales de abuso, pero no se hizo ningún tipo de distinción entre los afectados ni se buscaron salidas más imaginativas, que resultaran el progreso de toda la población autóctona.

La historia es compleja, con muchas aristas. Es un caso que vale la pena estudiar. Simplemente me limito a compartir el momento histórico en que un jefe de gobierno se hace cargo de la historia y pide perdón. Aclaro que muchos no estuvieron de acuerdo con este gesto. Otros, criticaron el hecho de que las palabras no fueron acompañadas por compensaciones económicas.

El mes pasado, el Primer Ministro canadiense siguió el ejemplo de su par australiano al pedir perdón por el sistema de escuelas residenciales indias, cuyo propósito solía esperarse cruelmente como "to kill the Indian in the child."

Nosotros, en la Argentina de hoy, saludamos cualquier esfuerzo de reconciliación nacional que tenga lugar en cualquier país.








GLS

Las Feiras

La otra semana tuve que viajar a Rosario. Fui en micro. En el viaje pasaron una película. Me resultó extraña la elección: se trataba de la producción brasileña “Olga”, sobre la vida de Olga Benario, primera mujer de Luis Carlos Prestes.

Más allá de la evaluación de los méritos artísticos de la obra en cuestión, siempre es interesante repasar la vida de una persona que, desde un campo de concentración y en las vísperas de su muerte, dice, convencida, “Luché por lo justo, por lo bueno, por lo mejor del mundo”.

Al regresar de Rosario fui a buscar en mi biblioteca una biografía de Prestes que me había comprado el año pasado. En ella se cuenta sobre el tiempo que pasó en Buenos Aires el “Caballero de la Esperanza”. Aquí se hace amigo de Rodolfo Ghioldi, baluarte (¡?) del comunismo argentino, quién se transforma en una especie de mentor ideológico.

También se relata el momento de la liberación de Prestes y se incluye unos párrafos de “Confieso que he vivido” de Neruda, donde el chileno evoca la ocasión en que lo conoció.

Hay ciento treinta mil almas en el Pacaembú. Llega Prestes, sobrio, solemne. Neruda lee un poema en honor del liberado. Lo lee en español. Para sorpresa del autor, la multitud parece entender cada palabra. Más tarde, los dos personajes se encuentran. Relata Neruda:

Por fin me encuentro frente a frente con el legendario Luis Carlos Prestes. Está esperándome en la casa de unos amigos suyos…

Dentro de su reserva, es muy cordial conmigo. Creo que me dispensa ese trato cariñoso que frecuentemente recibimos los poetas, una condescendencia entre tierna y evasiva, muy parecida a la que adoptan los adultos al hablar con lo niños.

Prestes me invitó a almorzar para un día de la semana siguiente. Entonces me sucedió una de esas irresponsabilidades solo atribuibles al destino o a mi irresponsabilidad. Sucede que el idioma portugués, no obstante tener su sábado y domingo, no señala los demás días de la semana como lunes, martes, miércoles, etcétera, sino con las endiabladas denominaciones de segunda-feira, terca-feira, quarta-feira, saltándose la primera-feira para complemento. Yo me enredo enteramente en esas feiras, sin saber de qué día se trata.

Me fui a pasar algunas horas en la playa con una bella amiga brasileña, recordándome a mí mismo a cada momento que al día siguiente me había citado Prestes para almorzar. La quarta-feira me enteré de que Prestes me esperó la terca-feira inútilmente con la mesa puesta mientras que yo pasaba las horas en la playa de Ipanema. Me buscó por todas partes sin que nadie supiera mi paradero. El ascético capitán había encargado, en honor a mis predilecciones, vinos excelentes que tan difícil era conseguir en Brasil. Íbamos a almorzar los dos solos.

Cada vez que me acuerdo de esta historia, me quisiera morir de vergüenza. Todo lo he podido aprender en mi vida, menos los días de la semana en portugués.


Que no nos pase a nosotros…. ¿se entiende?

GLS

lunes, 14 de julio de 2008

Sentaku





Mucho de lo que proviene de Japón es asociado con la perfección. Para nuestras sociedades latinoamericanas, ciertos rasgos de comportamiento social y de eficiencia productiva son admirados sin necesidad de ser estudiados a fondo.

Sin embargo, incluso para los parámetros de nuestras problemáticas realidades, es evidente que Japón ha fallado en sus intentos (he hecho esos intentos?) por crear un sistema político competitivo, en el que los partidos puedan alternarse en el ejercicio del poder.

Con el tiempo – y la ayuda de los reveses económicos – esta carencia ha redundado en la situación actual: un Partido Liberal Democrático que ya no monopoliza el gobierno y una oposición que no logra la fuerza necesaria para reemplazarlo. Hace un año el Partido Democrático de Japón alcanzó la mayoría en la Cámara Alta de la Dieta. Lo que en otras circunstancias hubiera sido promisorio, en este caso es inquietante (aunque no necesariamente negativo), ya que la Constitución japonesa no prevé que las cámaras sean controladas por fuerzas políticas distintas.

La necesidad de renovación es, entonces, más que evidente.

Más allá de ciertos intentos de reciclaje (uno de los más notorios protagonizado por Junichiro “Richard Gere” Koizumi) surgen impulsos interesantes. Me refiero al movimiento Sentaku, compuesto por intelectuales, miembros de los principales partidos políticos (incluso miembros de la Dieta y políticos reformistas provenientes de los niveles locales del gobierno) y hasta hombres de negocios.

El objetivo de máxima de este grupo es lograr la reestructuración del sistema político, hasta el punto de alcanzar la ansiada alternancia y al menos cierta coherencia ideológica por parte de los partidos. Para ello, presionan por una descentralización del sistema, demandan que las campañas de basen en plataformas claras y alientan a la población en general, que suele estar en otra cosa, a que controlen a los funcionarios que han elegido.

Coherencia en las propuestas, control de los funcionarios y descentralización del poder son, en definitiva, sus premisas.


Algunos ven la salvación en Sentaku. Otros cuestionan su capacidad para empujar el cambio, siendo que no pudieron hacerlo en el interior de sus propios partidos.
Otros, los que estamos lejos, vamos a seguir su desarrollo con mucho interés.


GLS

viernes, 11 de julio de 2008

Los ángeles de nuestra naturaleza


En cierta ocasión, siendo yo chico, miraba TV cuando me crucé con episodio de Polémica en el Bar. Tenía la palabra su creador, Gerardo Sofovich. No, no estaba hablando sobre su disputa judicial con el Dr. Ekmekdjian. Tampoco se refería al osito Totón ni a los planes que tenía para la carrera artística de Patricia Sarán. Estaba hablando de política.

Contaba que a finales de 1983 tuvo la oportunidad de entrevistar al Dr. Frondizi. Por esos días Argentina vivía un clima de fervor democrático que posiblemente no se haya repetido desde entonces. Se había votado, la Constitución pronto volvería a imperar. El futuro tenía que ser mejor. El pasado no iba a repetirse.

Sofovich comentaba lo sorprendido que estuvo cuando el Dr. Frondizi, aparentemente inmune al ánimo reinante, le sentenció que, de acuerdo a su leal saber y entender, Argentina no tenía remedio. El país no tenía solución. No recuerdo mucho de ese programa, pero si tengo presente lo sorprendido que yo también estuve al escuchar que un ex presidente (el “último estadista”, según la opinión de algunos) tenía una visión tan pesimista en un contexto de tanto optimismo.

Mi reacción fue pensar: “Esta hombre algo sabe”. Algo, algún secreto que explique el motivo de semejante decreto sobre nuestra suerte. Evidentemente, algo sabía. Sus debates con Cooke en la Cámara, su trabajo en la oposición, primero, y luego en el gobierno, sus intentos afianzar el desarrollismo, le habían dado mucha experiencia. Claro que algo sabía. Si bien sus últimos años no lo tuvieron en su esplendor intelectual ni mucho menos, algo seguía sabiendo.

Descarto que la sentencia de Frondizi haya sido original. Podría haber venido de cualquier taxista o de cualquier historiador. La condición para sostener esa idea no tiene que ver con alguna profesión particular o con alguna formación intelectual, sino con un estado de fatiga moral. Muchas veces, muchos argentinos nos encontramos exhaustos. Nos cansamos. A veces de esperar; a veces de hacer. A veces, incluso, nos cansamos de auto engañarnos. Pero después nos cansamos de la realidad.

Más allá de ese cansancio, ¿hay elementos para, objetivamente, pensar que no tenemos solución? Yo puedo pensar en uno (porque creo que hay solo uno): el fetichismo de la enemistad. Amamos tener enemigos. Si son enemigos internos, mejor. Pero no descartamos los externos. Si son enemigos mortales, nuestra vida esta justificada. Ponemos mucho amor al odiar. Creemos que, de esa forma, nos reivindicamos, nos limpiamos. Ponemos nuestra fe en la victoria definitiva sobre el otro.

No voy a hacer referencia al reiterado ejemplo del Pacto de la Moncloa. Tampoco voy a hablar de la reciente declaración del Ingrid Betancourt, en la que manifestaba haber logrado perdonar a sus secuestradores. No voy apoyarme en el esfuerzo de reconciliación que realizó Nelson Mandela. A todo eso se le puede contestar con un vacío ejercicio de evasión, del tipo de: “Se trata de otra situación. Acá es distinto”.

Pero permítanme, a cambio, decir que en nuestro país se ha secuestrado, torturado y matado gente, se ha vivado al cáncer cuando Evita estaba muriendo, se ha declarado que al enemigo no se le dará ni agua, se ha pisoteado la Constitución Nacional, se ha combatido en guerras suicidas, se han entregado las riquezas del país, etc, con el mismo odio con el que se ha repudiado esas mismas acciones. Odiamos por haber sido odiados. Por nuestros hermanos, nuestros enemigos.

¿Querremos, algún día perdonar? ¿Podremos hacerlo entonces?

Superar el fetichismo de la enemistad no implica rechazar a la justicia y el castigo que esta traiga a los ofensores. No requiere sepultar la memoria histórica. Se trata, en cambio, de potenciar la imaginación sanadora. Pensar en los futuros deseables. Patalear en contra de los destinos impuestos, especialmente cuando esos destinos están cargados de odio.

Cuando Abraham Lincoln asumió su primer mandato, su nación estaba a punto de dividirse. Entonces toma el mando y toma la palabra. Explica, tranquiliza, negocia, advierte, aconseja.

Se pregunta, Why should there not be a patient confidence in the ultimate justice of the people?

Invita, My countrymen, one and all, think calmly and well upon this whole subject.

Y termina diciendo, apelando a la memoria con el propósito de unir a sus compatriotas:


“We are not enemies, but friends. We must not be enemies.
Though passion may have strained it must not break our bonds of affection.
The mystic chords of memory…will yet swell …
when again touched, as surely they will be,
by the better angels of our nature.”



Frondizi sabía algo. Lincoln también.
GLS

martes, 1 de julio de 2008

Integrantes del Grupo Juramento visitan a Roberto Mangabeira Unger


Recientemente visitamos al reconocido pensador y actual Ministro Extraordinario de Asuntos Estratégicos de Brasil, Dr. Roberto Mangabeira Unger. En compañía de su Jefe de Gabinete, Dr. Daniel Vargas, el Ministro Mangabeira compartió casi dos horas con integrantes de nuestro Grupo discutiendo temas relativos a la actualidad política, social y económica de Argentina y Brasil, así como también acerca de la necesidad de promover una mayor “comunión intelectual” entre ambas naciones.

El Dr. Unger es una figura intelectual sobresaliente. Entre sus muchos logros académicos se destaca como único profesor latinoamericano de la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard y, a la vez, por haber sido uno de los hombres más jóvenes nombrados al frente de una cátedra en esa prestigiosa institución. Es un referente de la corriente de estudios críticos del Derecho. Desde mediados de 2007, Mangabeira ocupa un destacado espacio en el gabinete del Presidente Lula, al frente del Núcleo de Asuntos Estratégicos, desde donde Brasil ha comenzado a articular su planificación a largo plazo.

Roberto Mangabeira Unger posee un pensamiento extremadamente agudo, es un hombre de acción y ha demostrado poseer una energía inextinguible. Su visión estratégica sobre su país, sobre el mundo desarrollado y sobre las naciones en vías de desarrollo lo presenta como impulsor, en sus propias palabras, de una “herejía global”, opuesta radicalmente al dogma que impera en el mundo. El suyo es un pensamiento verdaderamente holístico.

Cuando leemos su obra, dos sentimientos parecen sobresalir. Por un lado nos estimula, nos entusiasma, nos invade una alegría temeraria y desafiante; al mismo tiempo, nos invita a la acción. Roberto Mangabeira Unger tiene un verdadero programa, un proyecto integral; con una arista de política económica, que también se expresa en una teoría social, que implica una propuesta institucional, que incluye un aporte crítico a la disciplina del derecho y que, finalmente, es una concepción filosófica general.

Entre las elites gobernantes de nuestro país ha existido siempre una marcada reticencia frente a las construcciones intelectuales provenientes de Latinoamérica en general y de Brasil en particular; las ideas más atractivas parecen siempre haber venidos de los ricos países del Atlántico Norte. Hoy, Argentina está desaprovechando una de las coyunturas internacionales más favorables de la historia y se ha embarcado en una nuevo período de autodestrucción; sin debate, sin proyección, sumergida en una “dictadura de las no alternativas” (concepto desarrollado por Roberto Mangabeira Unger en sus libros “The Self Awakened. Pragmatism Unbound” y “What Should the Left Propose?”).

Una vez finalizado el encuentro, creemos haber experimentado una sensación similar a la vivida por el Dr. Unger apenas una década atrás cuando visitaba a un viejo y prestigioso economista. Sentimos una especie de “rejuvenecimiento instantáneo”, estamos convencidos de haber recibido una antorcha, una que no apagaremos al dejar que nos venza la apatía o el descreimiento. Una antorcha que sostendremos a pesar de nuestras propias limitaciones.

Queremos aprovechar este espacio para agradecer al Dr. Unger por su cálido recibimiento y su invaluable aporte intelectual para con el Grupo Juramento. Asimismo, los invitamos a navegar en la riquísima obra de Mangabeira visitando su web: http://www.law.harvard.edu/faculty/unger/