martes, 16 de febrero de 2010

Las humanidades y la privatización de lo sublime


En las humanidades predominan las tendencias escapistas. Su característica principal es incitar a aventuras de la conciencia desconectadas de la reforma práctica de la sociedad. En la cultura moderna, la funesta divisón de caminos entre la modernidad y el izquierdismo es el antecedente inmediato de este divorcio. Al amparo de esta desconexión entre nuestros proyectos para la sociedad y nuestros proyectos para el ser, privatizamos lo sublime, relegando al espacio interior de la conciencia y el deseo nuestro proyecto transformador más ambicioso y considerando a la política como el terreno de modestas decencias y eficiencias.
El mensaje secreto es que la política debería achicarse para que los individuos puedan agrandarse. La política, sin embargo, no puede achicarse sin que el resultado sea disminuir a las personas. El deseo, por naturaleza propia, se expresa en las relaciones; el impulso fuerte busca su expresión en las formas de la vida común. Si la política se vuelve fría, también lo hará la conciencia, a menos que conserve su calor bajo la forma autodestructiva del narcisismo.
RMU

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