miércoles, 25 de febrero de 2009

Reunión


"Pero qué amarga, qué desesperada tarea la de ser músico de hombres..." reflexiona el héroe rosarino del cuento de Cortázar.

Y continúa preguntándose “si seremos capaces de alcanzar la reconciliación con todo lo que haya quedado vivo frente a nosotros. Tendríamos que ser como L., no ya seguirlo sino ser como él, dejar atrás inapelablemente el odio y la venganza, mirar al enemigo como lo mira L., con una implacable magnanimidad que tantas veces ha suscitado en mi memoria (pero esto, ¿cómo decírselo a nadie?) una imagen de pantocrátor, un juez que empieza por ser el acusado y testigo y que no juzga, que simplemente separa las tierras de las aguas para que, al fin, alguna vez, nazca una patria de hombres en un amanecer tembloroso, a orillas de un tiempo más limpio."

EL L. del médico era este. El mío es otro, el verdadero pantocrátor.

Mientras tanto, seguimos esperando que el fuego, todos los fuegos, hagan su sagrada tarea.

GLS

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